22 mayo 2009

15. Preadios


Esta entrada no tiene mucho sentido. Antes tenía mil cosas sobre las que escribir, aunque, es cierto, su contenido dejaba bastante que desear. Hoy, no sé muy bien por qué, sólo puedo hablar de ti. Releo esto y me río, porque una frase tan ñoña era impensable hace cinco semanas. Hace un mes era imposible que tuvieras algo de importancia en mis esquemas mentales. Sin embargo, la tienes, demasiada para que ahora pueda pensar en otra cosa.

La putada de todo esto, de que tú estés peor que yo, es que no puedo irracionalizar, con lo que me gusta. No puedo enfadarme cuando hablas de que la matrícula en la Escuela de Artes de Ourense es gratis. No puedo enfdarme porque pienso que lo de la cartera de tu madre es mentira, una simple excusa para no quedar conmigo. No puedo enfadarme porque estés callado todo el día y tenga que sacar temas estúpidos que sé que no te interesan. No puedo enfadarme por hacerme creer el otro día que no te iba a echar tanto de menos.

Últimamente pienso demasiado en cómo va a ser el [censored] día. Sinceramente, me gustaría sufrir un poco. Me gustaría que llorases, que me abrazaras mucho, que me escribieras cosas en la cara con tus dedos, que salieras al descansillo y me dieras un beso en la frente. Sé que eso no va a pasar, que todo se va a limitar a un par de polvos de despedida, a un par de besos como los de siempre, a un "ya nos veremos" falso y retraído junto a la puerta de tu habitación.

La foto de arriba me la eché el día de los abrazos y la entrada, de las llaves y la moleskine. El día en el que pensé que todo era distinto, que algo había cambiado, o que algo iba cambiar. Lo hizo, es cierto, aunque todo hayan sido palabras y frases hechas. Hoy todo es imposible [sin sangre de por medio]. Por eso, y aunque sea virtualmente, me despedido. Te abrazo y te beso en la frente, te escribo en la espalda letras que en realidad no siento, porque sé que en julio no voy a ser capaz de hacerlo.

Adios, J.

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