“Estoy feliz. Muuy feliz. No me hacen falta post tristes, tengo un blog blanco muy bonit…”
Ayer escribí esto mientras bajaba a casa, borracho, lleno de ron con sprite y hablando solo. Puse la alarma a las 19.00, una hora prudente, pensé, para que me acordara de lo que había estado pensado durante el camino. Esta mañana, cuando me he levantado, recordaba perfectamente el mensaje, pero he esperado a que el teléfono sonara, para intentar respetar mi plan lo máximo posible.
Sé que es un recurso demasiado recurrente en mi forma de redactar, pero hoy tengo que volver a hablar de las cosas que he acabado por no hacer. El post fatídico que ayer estaba elaborando mentalmente mientras doblaba camisetas no va a materializarse. Los dos motivos principales están en mi mensaje etílico:
1)Tengo un blog muy bonito, azul y blanco, con una imagen del monstruo de las galletas. No le pegan demasiado las tragedias, los sentimientos llenos de mocos y babas, las quejas excesivas hacia lo injusta, jodidamente injusta que es la vida con algunos de nosotros.
2)Me encuentro increíblemente bien, en comparación a como me encontraba el viernes en el Stardust o el sábado trabajando.
Por eso, aunque parezca repetitivo, hoy no hablaré de las leyes de la atracción ni de las velocidades en los tiempos preestablecidos por las convenciones sociales. Tampoco me atreveré a aventurar que nunca seré capaz de acostumbrarme a los rechazos y los bajones de autoestima. Hoy me he dado cuenta de que no estoy del todo mal, de que ya casi no me siento humillado al acordarme del bar morado, de Callao, de Isabel la Católica, de las cañas dobles, de las fases de la vida, de las miradas de pena, de los consejos inapropiados. Todo esto, esta especie de revelación banal, ha salido a la luz hoy, domingo, el peor día de la semana, pero que hoy no ha sido tan malo.
Hoy no es 27 de marzo de 2009, hoy es 29. Hoy han cambiado la hora. Hoy tengo el escritorio recogido. Hoy casi no tengo resaca. Hoy, a pesar de lo que pronosticaban por ahí, me encuentro cojonudamente.
Madrileño. Amante de los 90, de sus chándales y sus series. Algo así como estudiante de periodismo y audiovisuales. Con varios Records Guinnes en su haber, entre ellos el de vaguear y comer deprisa. Baila en su habitación sin que nadie lo sepa. Canta en la ducha temas en spanglish y se saca mocos en los atascos. Le gusta el helado de tarta de queso con frutas del bosque y las contesas de turrón.
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